Un frio sábado de enero...

Los fines de semana aprovecho para mover algo el cuerpo. Después de estar durante 5 días, 8 horas delante de un ordenador, mis huesos, músculos y articulaciones agradecen algo de movimiento para el engranaje.
Aunque este sábado la pereza casi puede conmigo, el termómetro marcaba 3º, el cielo estaba gris y un persistente viento amilanaba mis pocas ganas de salir.
Pero tras una dura negociación con mi pepito grillo, he decidido sacar la bicicleta a pasear y de paso yo con ella.
Tras 1 hora de subidas y bajadas, el frío y el viento no eran más que unas minucias ante unas piernas que pedían clemencia.
Pero lo logré, la bicicleta y yo hemos vuelto al calor del hogar.

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