Algo de mí...6


CAPITULO II

Hoy me he levantado a la misma hora de siempre, lo suficientemente pronto para que nos dé tiempo a mi hijo y a mí a desayunar juntos antes de que él marche a la escuela. En cuanto sale por la puerta, me dedico a mi casa.
Me gusta tenerla limpia y ordenada, es una rutina que al contrario que a muchas de mis amigas no me desagrada, al contrario me resulta imposible no dedicarle algún momento cada día. Es un tiempo de limpieza no solo hacia ella, sino que también hacia mí.
Me encanta realizar tareas con mis manos, pero he de reconocer que no soy una artista, me falta imaginación. Así que lo suplo con estas tareas cotidianas, repetitivas, monótonas, en las que mis manos son las máximas responsbles. A veces enérgicas, otras dulces y suaves.

Mi rutina diaria empieza en mi habitación. Hago mi cama cuidadosamente, no me gusta que queden arrugas, y cuando he teminado deslizo mi mano sobre la colcha, suavemente, con aprobación. El tacto del algodón me supone un momento de ternura, de relax, de trabajo bien hecho. Me acerco a la ventana, en invierno la cierro y dejo la persiana bien arriba, que los débiles rayos del sol puedan calentar mi estancia. En verano la dejo entreabierta y bajo la persiana lo suficiente para impedir que los potentes rayos la calienten demasiado.

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