Algo de mi 11



Este era el sueño hecho realidad de mi amiga, después de muchos años trabajando en los mejores restaurantes de Barcelona tuvo por fin la oportunidad de tener su propio espacio, dónde puso en práctica todo lo aprendido.
Este era pequeño, si grandes pretensiones, sólo el deseo de mimar a sus clientes en un espacio agradable y una cocina sencilla, ligera y exquisita.
En cuanto me ofreció ayudarla en esta aventura no lo dudé, nos conocíamos bien y sabía que no sólo me gustaría trabajar con ella, sino que lo disfrutaría.
Qué sorpresa cuando me enseñó el que sería su restaurante, una casita de piedra a pie de carretera. Me costó imaginarla, tan de ciudad, recluida en un pueblecito aunque este estuviera cerca de Barcelona.
Pero los duros años en esas macro cocinas donde había trabajado la habían hecho desear frenar su frenético ritmo de vida.
Apostó fuerte por un cambio de vida, vendió su estudio en el centro de la ciudad y junto a los ahorros de sus años de trabajo y de poco ocio se dispuso a empezar de nuevo.
Alquiló la casita a un precio muy interesante, ya que esta había estado cerrada unos años, y se dispuso a reformarla a su gusto.
La planta baja se convirtió en su restaurante soñado, pequeño, íntimo, cálido, su máxima era que sus clientes se sintiesen aún mejor que en casa, y por Dios que lo consiguió.
La segunda planta lo habilitó para convertirlo en su apartamento, con lo que pudo disfrutar de mucho más metros de lo que había tenido hasta entonces.

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