Nunca esperé recibir tanto…

a veces la vida te envía regalos que te llegan al alma.
Estudiando quinto de francés en la Escuela Oficial de Idiomas nos pusieron como deberes escribir un relato corto o una poesía, está claro que solo presté atención a una parte de las instrucciones ya que lo que vino después me pilló completamente desprevenida.

Era por el mes de febrero y me intenté esmerar lo más que pude con este relato ya que el portafolio era casi tan importante como los exámenes, se lo entregué y quedé a la espera de que lo devolviera corregido sin prisas como era su costumbre.
Cual fue mi sorpresa cuando a principio de abril al finalizar las clases anuncia que la ganadora de este año del premio Sant Jordi en la categoría de francés ciclo superior era yo.
-¿Eh?
-¿Cuándo he participado? contesté entre contenta/estupefacta/superada y avergonzada ante mi desconocimiento.
Una vez todo aclarado la profesora me pidió que a la semana siguiente visitara a la directora del centro con la ganadora del ciclo inicial para preparar el evento…el evento???
Este resultó toda una fiesta en las que nos pidieron qué música queríamos que sonara, en este caso escogimos el vals de la banda sonora de la película Amélie.

Así que llegado el día de Sant Jordi, nos dirigimos al Ateneu todos los alumnos e invitados. Ahí viví una entrega de premios con mis hijos de espectadores que me superó.

Nuestros relatos eran proyectados a nuestras espaldas mientras que cada uno de nosotros leíamos, de fondo la música escogida por cada grupo; y para presentar cada idioma teníamos una soprano que cantaba un tema.

En el caso del francés nos introdujeron con esta emocionante canción: