Algo de mí...24‏


Los sábados eran otros de los momentos en la que no sabía bien como ocupar, por las mañanas era lo de siempre: la compra y la puesta a punto de la casa, pero en cuanto lo tenía todo hecho me quedaba como noqueada, me sorprendía el silencio en casa, el comer sola, el no tener que estar pendiente de Manuel; pero no me resultaba triste sólo extraño.

Como suelo comentar, cuando abres una puerta nunca sabes qué te encuentras detrás, y al separarme tampoco tenía claro que me ofrecería la vida. Por de pronto me encontré que entró en ella nuevas personas; no anuncié el divorcio a los cuatro vientos pero si a los más prójimos y supongo que estos a su vez a sus conocidos. El caso que en nada de tiempo me encontré con conocidas solas también que me ofrecían acompañarlas a salir.

La verdad en los primeros tiempos no tenía demasiadas ganas, había habido mucho cambios en mi vida y en un breve espacio de tiempo, pero rápidamente me di cuenta lo bien que me sentaba salir a pasear o al cine con otras mujeres con las que tenía tanto en común.

De esta manera mi vida se enriqueció de una manera que nunca había previsto, por un lado todo seguía igual como los últimos años y por otro volvía a vivir experiencias que en un principio parecían reservadas a mujeres solteras. Pero yo pertenecía a un nuevo grupo de mujeres, las divorciadas. Esto me permitía moverme con total impunidad entre dos mundos, por un lado el peso del hogar y la maternidad y por otro la libertad que me otorgaba mi nueva condición; y estaba dispuesta a disfrutar intensamente de las dos.

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