Anécdota

Hoy leyendo un articulo sobre el estrés he recordado un episodio que me comentó un compañero de trabajo.

Estábamos charlando sobre situaciones difíciles en la vida y como mantener la sangre fría cuando me relató una situación que vivió hacía un par de años.

Por lo visto estaba él solo cruzando un parque en el centro de Barcelona cuando se le acercó un hombre bastante más alto y corpulento, éste iba directo hacia él lo que le puso en guardia...y así fue, cuando estaba a su altura le sacó una navaja y le pidió que le diera todo lo que llevaba encima.

Según él sólo pensó en su coche, cuando en realidad le estaba pidiendo la cartera, pero recuerda que pensó: Ni hablar, yo no me quedo sin coche. Así que ni corto ni perezoso le contestó que no.

El ladrón se sorprendió y le puso la navaja más cerca de su cuerpo y le repitió la orden de que le diera todo lo que llevaba encima.

Y entonces mi compañero mirándole a los ojos pronunció una frase que me parece sacada de una película de Tarantino:

-Si me la vas a clavar ten cuidado de que no se te caiga, porque sino te la clavaré yo, te arrancaré el hígado y me lo comeré mientras tú me miras.

La verdad es que aluciné con la frasesita en cuestión, evidentemente ésta desmontó al ladrón que se guardó la navaja y con un lacónico:

-Hoy no tengo ganas de problemas, se marchó.

Estuvimos los dos un buen rato intentando sacar conclusiones sobre ésta anécdota, pero él no recordaba haberla leído ni la tenía preparada por si viviese un caso parecido, simplemente en ese momento el estrés de la situación no le indicó rendirse ni huir, sólo plantarle cara aunque la corpulencia del contrario le daba todas las de perder.