Despertar


Me he despertado en el comedor de casa, debe ser plena noche, no entiendo que hago aquí.
Intento pensar qué ha pasado, llevo mi pijama rosa, me miro los pies desnudos.
Tal vez el frío del suelo ha sido el motivo por el que he abierto los ojos; pero no tengo frío, ni sueño, ni miedo.
Sólo estoy sorprendida, no entiendo la situación que estoy viviendo.
Hago un repaso a la habitación, sé que mis padres y hermanos están durmiendo.
¿Y yo?
Me invade una ola de soledad, no tengo a nadie que me pueda explicar que ocurre.
Decido volver a la cama, despacito, no quiero despertar a mi madre.
Me sorprende que ella que todo lo sabe no esté a mi lado.
Me acerco a mi habitación, mis hermanas duermen, me meto en mi cama y me duermo.

Comentarios

  1. Se me ocurren varias posibilidades.
    Todas son inquietantes.

    Besos.

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  2. Gracias por tu visita Susana ¿es tuyo el dibujo? es precioso!!!

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  3. Yo tengo ese sueño muchas veces, muchas.
    Vuelvo a mi casa, con mis padres y mis hermanos, con todos los que habitaron el viejo caserón y tanto quise, y tanto me han querido.
    Es un sueño hermoso que se vuelve pesadilla cuando despierto y veo la realidad.
    Y el frío recorre todo mi cuerpo, pero no por la temperatura, sino por el dolor y por la soledad.

    Saludos.

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  4. ¿sueño, realidad o ficción?
    sea lo que sea está muy bien escrito.
    besitos y buen fin de semana

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  5. me he paseado por tu blog y te dejo un saludo

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  6. Hola!!!
    bueno, le he vuelto a dar a seguir, a ver cuanto dura..no, en serio, espero que blogger solucione esto.
    un beso fuerte!!!!

    Esther

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  7. HAY QUE TENER CUIDADO EN NO AHOGARSE EN ESAS OLAS DE SOLEDAD.

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  8. Creo que a quien le ocurre debe ser sonámbula,no?
    Besos
    Emma

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  9. camina ahora con pies de plomo
    o trata al menos de no desesperarte
    con el peso de tus sueños.

    Permite a tu cabeza
    volver sobre tus hombros.
    No busques en la letra menuda,
    cierra aquella ventana
    por la cual entra la neblina,
    no dejes que tu voz se resquebraje
    en batallas verbales que nunca ganarás.

    Date el gusto de aprender a llorar,
    invoca el abrazo que libera.

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