No soy de las afortunadas que pueden ir a almorzar a casa, por lo que un día si y otro también me dispongo a comer una ensalada y beber un té.
Todo ello regado de una sesión de Sudoku y lectura del libro que tenga entre manos en ese momento y/o revista.
Aunque una hora y cuarto parece que no da para mucho, a mi me cunde.
El único día en que me salto tan envidiada rutina es el viernes, en la que tres de mis compañeros me acompañan aunque se niegan a compartir mi ensalada de cada día.
Ya os mostraré "la bomba" con la que despido la semana¡!
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